VICIEN Y LOS INTERNACIONALISTAS IGNORADOS


RAÚL MATEO OTAL
HOMENAJE AL MILICIANO INTERNACIONALISTA MAURICE RAJAUD.
VICIÉN, 17-12-2011

Cuando las Milicias anarquistas catalanas alcanzaron éste sector del Frente de Huesca y llegaron a Vicién, no se encontraron ante una población campesina ignorante y desorganizada, sino todo lo contrario. En éste pequeño lugar, como en la mayoría de los pueblos altoaragoneses, existía un importante sindicato de la CNT. En el Congreso Confederal celebrado en mayo de 1936 en Zaragoza, bajo una euforia prerrevolucionaria frente al inminente golpe militar, los delegados de la CNT de Vicién participaron directamente en tan magno comicio representando a los 57 afiliados con que contaba el Sindicato en ese momento.
Tanto por los escasos documentos conservados, como por la Memoria oral rescatada del olvido, podemos reconstruir en parte la historia local con el testimonio del cenetista y miliciano de Vicién, Francisco Maestre Blasco, al que pude entrevistar en el año 2004. Sagas familiares enteras de Vicién, con tres y cuatro hermanos, se hallaban organizadas en el potente sindicato anarcosindicalista local, los Maestre Blasco, los Rivarés Ortiz, los Prat Corral, los Larrey Sanagustín, los Calvo Charte, los Luis Susín, los Claraco, Ibor, Capuj, Moreu y tantos otros formaban parte de la familia confederal. Todas ellos vivieron la Revolución en primera persona y sufrieron el drama de la guerra y la represión. Lo pagaron con muertos y desaparecidos en combate, el exilio y la cárcel. Maestre recordaba como los domingos, su único día libre, se marchaban andando hasta Huesca grupos de compañeros a participar en los mítines, a las jiras campestres o a escuchar al maestro Ramón Acín; tras una intensa jornada de aprendizaje regresaban a Vicién alquilando algún transporte colectivo que los llevase de nuevo al pueblo.

Sus vidas alteradas por el golpe militar se vieron doblemente alteradas con la llegada de las primeras columnas milicianas y con ellas la de unos grupos de “extraños extranjeros” que los acompañaban. El 20 de agosto de 1936 salía de Barcelona la Columna italiana Giustizia e Libertà formada por 150 milicianos internacionalistas, a la que se unirían varios cientos más en los meses siguientes. En principio estuvo formada por cien anarquistas, siendo el resto miembros del movimiento que daba nombre a la Columna. Fatal por distintas circunstancias en su lucha antifascista, fue el destino de todos sus mandos. Su jefe militar era el republicano Mario Angeloni y su Delegado Político el profesor de Filosofía de la Universidad de Florencia, Camilo Berneri, conocido por su gran prestigio dentro y fuera del Movimiento Libertario Internacional como escritor, filósofo y periodista. Berneri junto a Francisco Barbieri sería secuestrado meses después en el piso que compartía con voluntarios italianos en Barcelona durante los conocidos como Sucesos de Mayo, y asesinado por los estalinistas. Esta inicial columna de internacionalistas ocupó posiciones en la carretera general de Zaragoza a Huesca, entre Almudévar y la capital oscense. El 28 de agosto de 1936 sufrieron un fuerte ataque en la posición conocida como Monte Pelado, en la que resistieron a costa de perder ocho hombres entre ellos su jefe Angeloni así como siete heridos más. Aguantaron el envite hasta recibir el apoyo de la Columna Ascaso, evitando así que esta vital vía de comunicación cayese en manos de los rebeldes.

En Vicién fueron enterrados Angeloni, Zuddas (del partido sardo de acción), Fausto Falaschi “Fosco”, Vicenzo Perrone, Giovanni Barberis (anarquistas), Attilio Papparoto y Andrea Colliva (comunistas) y Romeo Pontoni (republicano). Le sucedió al mando Carlo Roselli, profesor de economía política, que meses después, convaleciente y enfermo se trasladó a Francia donde sería asesinado el 9 de junio de 1937 junto a su hermano Nello por agentes de la OVRA, la policía política de Mussolini. Entre diciembre de 1936 y enero de 1937 la Columna fue transformada en Batallón Italiano de Asalto adscrito a la Columna Ascaso luego 28 División. Estos internacionalistas se negaron a formar parte del batallón Octubre mandado por De Rosa y del batallón Garibaldi de Pacciardi ambos en la órbita de los dirigentes ortodoxos de las Brigadas Internacionales. El nuevo jefe, Antonio Cieri también murió en combate el 6 de abril de 1937 en el Frente de Huesca.

Finalmente la última gran Columna miliciana anarquista llegada al Frente de Huesca fue la de Los Aguiluchos de la FAI que salió del cuartel Bakunín (antes Pedralbes) de Barcelona, el 28 de agosto de 1936. Compuesta por unos 1.500 milicianos estaba organizada por el anarcosindicalista Juan García Oliver (miembro del Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña y futuro ministro de Justicia del gobierno de Largo Caballero) y por Miguel García Vivancos, como asesor militar iba el capitán, José Guarner. Con estas fuerzas y otras ya instaladas sobre el terreno lograron tomar a finales de agosto el cementerio de Huesca y extender el cerco a la capital hasta los pueblos de Huerrios, Cuarte y Banariés e intentar la toma de la capital en los sucesivos ataques fallidos de septiembre. En este contexto de ofensiva y contraataque tras el envite rebelde del 28 de agosto, es en el que hay que situar la llegada al Frente de Huesca del miliciano internacionalista Maurice Rajaud. Para Maurice, cuyos restos reposan en Vicién, es el momento de deshacer un error histórico, pues no fue nunca un Brigadista, ni formó parte de las conocidas Brigadas Internacionales como afirma en su erróneo artículo Yves Vidaillac en 1996. Y no lo fue, sencillamente, por qué estas Brigadas todavía no se habían formado, o sea que no existían. Tardarían más de un mes, a la muerte de Rajaud, la llegada del primer contingente de hombres enviado a Figueras por la Komitern y dos meses, para que estas entraran en combate en el Frente de Madrid. Para cuando las Brigadas Internacionales hiciesen su bautismo de fuego en tierras españolas, los internacionalistas perseguidos entonces por no someterse a la ortodoxia política y militar e ignorados aún hoy, 75 años después de su heroico sacrificio, llevaban cinco meses luchando y muriendo en la primera línea de fuego antifascista. Los pasos de Maurice parecen coincidir con los de Albert Minning, autor del libro; Por el bien de la revolución, crónica de un anarquista suizo en el Frente de Huesca. Ambos cruzaron la frontera de Port Bou el 1 y 3 de septiembre de 1936 y se encaminaron a Barcelona, allí Minning se identifica como sindicalista y es enviado al cuartel Bakunín y a su Comité Francés.
El obrero de la construcción Rajaud recorrió el mismo camino. El día 6 a las siete de la tarde salió un convoy hacia el Frente, esta fecha coincide con la de la última carta conocida mandada por Rajaud a su familia, seguramente viajaron juntos y juntos se encontraban cuando la aviación fascista bombardeó su campamento. Este Grupo de Internacionalistas incorporado a primeros de septiembre a la Columna Los Aguiluchos de la FAI, estaba formada por un centenar de voluntarios franceses y suizos. También el Grupo Erich Müchsan formado por internacionalistas alemanes y suecos se encontraba en ese sector del Frente. Minning y Rajaud, acababan de llegar al Sector de Vicién del activo Frente de Huesca, posicionándose con su unidad en uno de los conocidos como Castillos, bien el de san Juan Bajo y Alto, san Luis o cualquier otro grupo de construcciones agrícolas-ganaderas del entorno de Vicién. Estos castillos habían sido rebautizados con los nombres de Castillo Angiolillo, Pietro Gori, Errico Malatesta o Francisco Ferrer entre otros. Aparecieron entonces tres escuadrillas con nueve aviones rebeldes que arrasan el campamento a la hora del rancho. Así narra Minning el fatal bombardeo que acabó con la vida del miliciano Rajaud:

“A mediodía, vamos a la distribución del rancho y, apenas comenzada la comida, la guardia anuncia de nuevo la aviación. Son los aviones fascistas de la mañana y cada cual corre a ocultarse. Espantosas detonaciones sacuden las casas, las mujeres gritan y se desmayan. Alrededor del castillo cayeron una cincuentena de bombas, un hangar quedó destruido y corremos a ver si hay heridos. Los camaradas ya vuelven con camillas cargadas; a un español le han arrancado la cabeza. Llegamos hasta una pequeña casa, un hombre medio arrodillado, con el fusil aún en sus manos está clavado contra el muro, está ennegrecido por la explosión y le falta un brazo. Rápidamente una camilla para transportarlo a la enfermería. El doctor mira: ¡está muerto! Rápido, otro, dejad sitio, y los enfermeros lo lavan –estupor, es Rajaud-, un tolosano de nuestro grupo. La tristeza está en todos los rostros, pero en los corazones se despiertan el odio y el deseo de venganza. El triste balance de este bombardeo se cifra en siete muertos y diez heridos”.

RAÚL MATEO OTAL
HOMENAJE AL MILICIANO INTERNACIONALISTA MAURICE RAJAUD.
VICIÉN, 17-12-2011

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